Si realmente el Dr. Atkins y Michel Montignac tuvieran razón en lo que a sus planes de alimentación para perder peso se refieren, ni los estudios nutricionales, ni los estudios dietéticos, ni siquiera todas las campañas que fomentan el consumo de frutas y verduras entre otros tendrían razón de ser. ¿Por qué invertir tiempo y dinero en intentar resolver dudas o aportar soluciones a problemas que estos dos personajes supuestamente ya han resuelto?
Pues probablemente porque lo que predican no es tan cierto ni tan recomendable como pretenden hacernos creer.
Y como ellos tantas otras dietas o planes de alimentación que se ofrecen, curiosamente de forma gratuita, con el objetivo de conseguir perder peso, pero sin una base científica ni un control médico adecuado (por no decir sincero).
Aprovechando que ya estamos en el buen tiempo-aunque los días que nos preceden no lo indiquen así-, desde Menja sa queremos hacer un análisis de cómo son estas dietas tan variadas-en número, no en alimentos-por un lado, pero con un solo objetivo por otro como es el supuesto de poder perder peso en tiempo récord y sólo por una época concreta, como es el verano. Es decir, que no se preocupan en absoluto de qué pasará cuando dejemos de llevar a cabo este tipo de alimentaciones, restrictivas algunas en las cantidades y otros en la calidad de lo que comemos. Es entonces cuando llega el tan conocido efecto yo-yo, la causa del cual no es otra que el desequilibrio de estas dietas milagro.
Cabe decir que es casi infinito el número de dietas milagro para perder peso, aunque la mayoría, vistas con atención, al final resultan ser las mismas a pesar de tener diferentes nombres. Así pues, ¿cuál es la diferencia entre una dieta exprés, una dieta de emergencia y una dieta relámpago? Incluso aquí se pueden ver sus contradicciones.